Cómo saber si veo bien

Cómo saber si veo bien

Ver bien puede ser superar un examen oftalmológico en el que por medio de un test de agudeza visual nos dicen en qué se parece nuestra calidad de la visión con la de los demás.

Pero ver bien va más allá de un test bicromático o de una evaluación de tensión ocular.

Ver bien comienza cuando el sentido de la vista introduce en forma de recuerdo cada imagen percibida del mundo exterior, y la mente asocia las imágenes entre sí para dotarlas de significado.

Los cinco sentidos son los encargados de escribir en nuestra memoria una completa descripción de todo lo que nos rodea en cada segundo de nuestra vida. El sentido de la vista es el encargado de introducir por medio de imágenes las descripciones más detalladas posibles de nuestro entorno.

Esta maravilla sucede cada segundo en nuestro cerebro y creer que ver bien es solo percibir correctamente las imágenes mediante nuestros ojos, es simplificar enormemente un complejo sistema en el que intervienen decenas de partes de nuestro cuerpo.

Ver bien es el fruto de cuidar y mantener con calidad cada una de las partes que intervienen en el sentido de la vista.

Los cinco sentidos trabajan al unísono para explicar cómo es nuestro entorno. Pero la vista nos permite percibir más información que ningún otro sentido en menos tiempo, aquí radica su gran valor.

Saber si se ve bien es parte de la salud visual. Pero hay indicios que nos pueden dar pistas o alertas tempranas de la existencia de algún problema de visión. No necesariamente debe ser una deficiencia sin retorno en la nitidez de la vista. También puede ser un uso forzado de las partes que intervienen en la labor del sentido de la vista.

Debemos saber que de la misma manera que un músculo reacciona a la sobrecarga del peso, el cerebro es capaz de reaccionar cuando percibe que la vista está siendo forzada. Aun así, esta acción se realiza para que no se detenga en ningún momento la mayor cantidad de información que percibimos.

Esto puede parecer complejo, pero sucede de manera inconsciente. Seguro que cuando has pasado un tiempo excesivo delante de una pantalla de móvil u ordenador sin la protección adecuada; tus ojos han producido lágrimas o tu cuello se ha ido acercando a la pantalla hasta que has sido consciente de ello.

Forzar la vista para mantener una visión de calidad, obliga al cerebro a crear un estado de excepción. Y mantener este estado de excepción genera consecuencias a largo plazo.

Algunos gestos involuntarios, costumbres mejorables o incluso hábitos sociales pueden hacer que no veas bien. Aquí citamos algunos factores que afectan a que no veas bien:

  • Estar en entornos con polución o humo de tabaco.
  • No utilizar lentes de la graduación correcta.
  • Alteraciones del ritmo circadiano del sueño.
  • Alimentación deficiente en vitaminas y oligoelementos.
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Cuando la visión empieza a ser borrosa es cuando se suele prestar atención al sentido de la vista. Pero saber si estamos utilizando correctamente la vista puede darnos señales tempranas antes, que nos pueden ayudar a prevenir deficiencias visuales.

Si te sientes identificado con alguna de estas acciones es posible que tengas que revisar no solo mediante un examen médico la vista, sino también acciones cotidianas que realizas con tu vista:

  • Alejarse o acercarse de manera exagerada a los objetos.
  • Entrecerrar los ojos para forzar una visión nítida.
  • No querer mirar objetos o textos de tamaño pequeño.
  • Tener los ojos secos a última hora del día.
  • Padecer dolor de cabeza durante la tarde varias veces al mes.

La nitidez en la visión es una consecuencia de un buen uso del sentido de la vista.

Si por el motivo que fuese, ya hemos perdido calidad o nitidez en la visión, y como resultado ya disponemos de lentes o gafas que nos corrigen la vista, es fundamental que acudas a la consulta de oftalmología o visites tu óptica para revisar la vista periódicamente. 

Las revisiones ópticas son especialmente importantes en los primeros años de vida. Así, es clave examinar los ojos del bebé durante sus primeros meses de vida. De este modo, podremos detectar posibles síntomas de una visión insuficiente, como fotofobia, lagrimeo reiterativo o movimiento rápido de los ojos. 

A los 3 o 4 años comenzamos a distinguir los colores y las formas, por lo que es el momento de acudir con tu pequeño a la consulta de oftalmología para realizar un chequeo de agudeza visual. Una mala salud visual afecta directamente al estudio, al ocio, o al propio desarrollo cognitivo. Por lo que continuar realizando tests de vista para niños y niñas es fundamental, al menos, hasta la adolescencia.  A partir de ahí, hasta la edad adulta, es conveniente revisar la vista cada dos años. 

Existen diferentes pruebas mediante las que puedes comprobar la calidad de tu visión. Estos exámenes personales son meramente orientativos y nunca deberían sustituir a una revisión óptica. Recuerda que la vista es un sentido que aporta calidad a cada día de nuestras vidas.

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