Efecto Mozart: escuchar música clásica nos hace más inteligentes, ¿mito o realidad?

Qué es el Efecto Mozart

Desde los años 90 se ha difundido la creencia popular de que exponer a los niños a música clásica, especialmente durante el embarazo y las etapas de desarrollo temprano, aumenta la inteligencia y fomenta las capacidades cognitivas. 

Gracias a este fenómeno conocido como “Efecto Mozart” ya arraigado en la conciencia colectiva, se han vendido cantidades ingentes de discos de música clásica, pero, ¿puede realmente la música clásica hacernos más inteligentes?

¿Qué es el Efecto Mozart?

Se denomina Efecto Mozart a la hipótesis que defiende que escuchar la música de Mozart u otros compositores clásicos aumenta la inteligencia y tiene beneficios cognitivos en los bebés y niños pequeños, y en menor proporción, en adultos. 

Los estudios que respaldan esta teoría se han centrado en la Sonata K.448 para dos pianos de Mozart, aunque se le atribuyen propiedades similares a otras piezas del autor austríaco. Este fenómeno fue descrito por primera vez en 1993 por científicos de la Universidad de California en Irvine, donde se llevó a cabo un experimento en el cual, durante 10 minutos, 36 estudiantes fueron repartidos en tres grupos:

  • El primer grupo escuchó a Mozart.
  • El segundo grupo, unas instrucciones para relajarse, utilizadas para reducir la presión arterial.
  • Y el tercero no escuchó nada

Pasados los 10 minutos, se les pidió hacer tareas de razonamiento como doblar y cortar papel. Tras analizar los resultados, los investigadores concluyeron que el grupo que había escuchado la música de Mozart había obtenido las puntuaciones más altas. 

Si quieres ponerte a prueba, te dejamos por aquí la Sonata K.448 para dos pianos de Mozart:

Este mismo estudio también investigó los efectos a largo plazo de la música en el cerebro. Un grupo de niños de 3 a 4 años recibió clases de piano durante 6 meses. Al final del entrenamiento, su rendimiento en una prueba de razonamiento espacio-temporal era un 30% mejor que el de los niños de edad similar que recibieron clases de informática durante 6 meses, o ningún entrenamiento especial.

El aumento de las capacidades espacio-temporales de los niños pequeños duró 24 horas, a diferencia del experimento inicial basado en Mozart, cuyos resultados solo duraron 15 minutos. Según el estudio, este resultado se debió a la mayor plasticidad del cerebro de los niños y a la duración de la exposición a la música.

Las conclusiones de estos estudios han resultado ser muy controversiales. Los defensores del Efecto Mozart sostienen que escuchar música clásica aumenta las capacidades intelectuales de los bebés y niños. 

Sin embargo, todo apunta a que la mejora del razonamiento espacial de los sujetos que han participado en los experimentos se debe más a que disfrutaron de la música y a un aumento en la activación cerebral

Ambos factores están asociados a una mejora en las funciones cognitivas a corto plazo. Además, sabemos que las personas rendimos mejor si tenemos un estímulo. No obstante, no hay pruebas suficientes que concluyan que la escucha pasiva de música clásica tenga un impacto significativo en el aumento de la capacidad cerebral o en el desarrollo intelectual. 

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A pesar de que existe una amplia investigación científica que confirma los potenciales beneficios de escuchar música clásica, lo cierto es que muchos de ellos se han sobredimensionado, especialmente en lo que se refiere al desarrollo o aumento de la inteligencia. Sin embargo, escuchar música clásica puede resultar muy positivo por muchos otros motivos

«Recomiendo a todo el mundo que escuche a Mozart, pero no va a mejorar las capacidades cognitivas como algunos esperan».

– Jakob Pietschnig, profesor a cargo del estudio, a la revista The Telegraph

Beneficios reales de la música clásica en el embarazo, bebés y niños

Escuchar música clásica no nos hace más inteligentes, ni hará que aprendamos cosas de la nada o nos convertirá en savants de la ciencia o genios del ajedrez. Investigaciones del Instituto Nacional de la Salud (NIH) demuestran que el 50% de la inteligencia procede de la genética que heredamos, mientras que el otro 50% se debe a factores del entorno del niño durante las etapas de desarrollo, como: 

  • El entorno familiar
  • La crianza del niño
  • La educación 
  • El acceso a recursos de aprendizaje
  • La salud y la nutrición

Aunque no podemos afirmar rotundamente que la música clásica nos hace más inteligentes, al igual que sucede con otras formas de arte y creatividad, escuchar música de forma activa o tocar un instrumento estimula el bienestar emocional, contribuye a relajarse, mejora la memoria y el poder de concentración. En concreto, tocar un instrumento musical potencia la estimulación del hemisferio izquierdo del cerebro, encargado del aprendizaje del lenguaje, la lógica y el área matemática.  

Tocar un instrumento musical es el equivalente cerebral de un entrenamiento completo del cuerpo. A diferencia de otras actividades que entrenan el cerebro, como el ajedrez o los sudokus, tocar un instrumento pone a trabajar a casi todas las áreas del cerebro, incluidas las regiones que procesan la visión, el sonido, el movimiento y la memoria.

En el caso de las embarazadas, a pesar de que no será decisivo en el desarrollo intelectual del bebé, diversos estudios concluyen que escuchar música clásica puede mejorar la audición, desarrolla vías en la parte del cerebro que procesan el razonamiento espacial, contribuye a mejorar el estado de ánimo y reduce el estrés. 

No obstante, el estímulo sonoro más significativo en esta etapa es la voz de la madre. Numerosas investigaciones han demostrado que la voz materna tiene un efecto calmante sobre el feto o recién nacido, disminuyendo su ritmo cardíaco. La entonación de la voz influye en el aprendizaje auditivo y en su desarrollo social y emocional, por lo que, durante el embarazo se recomienda leer en voz alta o hablar con el niño con frecuencia.

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